venecia2006

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Meryl Streep firma autógrafos tras la rueda de prensa de "El diablo viste de Prada"

Buenos ratos de cine en la  63 Mostra de Venecia


Venecia tiene un olor especial. Huele a laguna, a agua estancada. Eso lo sabe cualquier turista. Sin embargo, aquel que durante la primera semana de septiembre se haya acercado al Lido, esta alargada isla de la laguna veneciana, hablará más de colores. Del azul sin mácula del cielo, del tostado de la arena de las playas, del blanco del Casino... y del pelo rubio de Scarlett Johansson. Nuestra revista fue invitada por el Festival más antiguo del mundo para disfrutar de esas sensaciones y, por supuesto, de las películas que allí se proyectaron durante su “Mostra”.


La actriz neoyorquina fue la primera gran estrella de esta 63 edición de la Mostra de Venecia. Que ella iba a ser uno de los grandes nombres nadie lo dudaba, pero a juzgar por la expectación que creó su llegada a la alfombra roja, unida a su notable actuación en “La dalia negra”, la última película de Brian De Palma, pareció convertirse a priori en la reina del certamen. Una buena actriz, joven, guapa y con tirón internacional resultaba muy apetecible para la Copa Volpi, máximo galardón que concede la Mostra a una/o de los intérpretes de las 22 películas a concurso.


Premios merecidos. Y fue reina… hasta que llegó “The Queen”. La veterana Helen Mirren dejó boquiabiertos a todos con su papel como reina Isabel II y se llevó, sin discusión posible, la Copa Volpi a la mejor actriz. Esta película del inglés Stephen Frears, la favorita de público y crítica según varias encuestas, recrea los días posteriores a la muerte de Lady Di. Fechas cruciales en la reciente historia de la monarquía británica, cuando los Windsor se jugaron buena parte de su prestigio popular. El director muestra a una reina dubitativa y humana, pero sin caer nunca en la caricatura. Mirren, que venía de interpretar en las tablas a Isabel I, supo encontrar los matices necesarios para aportar credibilidad a un personaje al que todos conocemos. La actriz, que se dio a conocer con el personaje de Gosh Boyle en “El mesías salvaje” (Ken Russell, 1972) y más tarde con la Morgana de “Excalibur” (John Boorman, 1981), ha obtenido una buena recompensa.


En el apartado masculino, el premio sí que recayó en un actor con vitola “hollywoodiense”. Ben Affleck, uno de los “guapos” oficiales de la industria norteamericana, se llevó el león al agua con “Hollywoodland”, de Allen Coulter. La historia cuenta, en clave de intriga, los puntos oscuros de la muerte de George Reeves, el actor que interpretó a Superman para la televisión de los años 50. En la película también aparecen Adrien Brody, Bob Hoskins y Diane Lane. Affleck, que no pudo ir a recoger el premio, tuvo como más duro rival al italiano Sergio Castellito, protagonista de otra de las películas más aplaudidas, “La stella che non c’è”,  del director local Gianni Amelio.


El León de Oro, máximo galardón del festival y que debería acaparar las grandes portadas, apareció este año por la puerta de atrás. Una película china, que no figuraba en el programa oficial y fue incluida a concurso a última hora, se alzó con el premio. “Sanxia Haoren” de Jia Zhang-Ke, fue proyectada sin previo aviso en un pase de madrugada. La mayoría de los periodistas presentes en el Lido no pudimos verla. Los que aprovecharon la oportunidad, hablan de ella como una historia que sigue los pasos del neorrealismo italiano (será distribuida en nuestro país por Cameo con el título de “Naturaleza muerta”, ver reportaje en este mismo número).


Por su parte, Alan Resnais, el veterano director francés, también presentó película en Venecia:  “Corazones o lágrimas privadas en lugares públicos” (las películas llegan tan recién salidas del horno a los festivales que ni el título es definitivo) otorgó al realizador, de 84 años, el León de Plata a la Mejor Dirección. Punta de lanza, en su momento, de la “Nouvelle Vague”, Resnais demostró que nunca es tarde para hacer comedias con gracia. En la misma onda de veteranía, pero radicalmente opuesto en género, se paseó por el Lido el portugués Manoel de Oliveira, que a sus ¡98! años presentó, fuera de concurso, “Belle toujours”, una continuación-homenaje al Luis Buñuel de “Belle de jour”.


Las que no competían. Y es que en la Sección Oficial, pero sin optar a premio, se pudo ver algo de lo más interesante de la Mostra. Por lo general, en este apartado concurren películas comerciales que quieren aprovecharse del prestigio del festival, pero sin arriesgarse con el vértigo y la presión de la competición. Fue el caso de “World Trade Center”, la versión del 11-S de Oliver Stone;  “Rob-B-Hood”, la nueva de Jackie Chan;  “Para entrar a vivir”, otra pieza de terror de Jaume Balagueró o “El diablo viste de Prada”, de David Frankel, protagonizada por Meryl Streep.


Esta última aseguraba en la rueda de prensa sobre su personaje que “Siempre ha existido un tipo parecido en la vida empresarial, pero por lo habitual han sido hombres. Lo que hemos hecho en “El demonio viste de Prada” es ponerle a ese prototipo un vestido”.


Todas llegarán pronto a las pantallas españolas. Pero, por encima del conjunto, se situó la flamante obra de David Lynch. El de Montana, que recogió el León de Oro a la Carrera Cinematográfica, se trajo bajo el brazo su “Inland Empire”, una historia que sigue los enrevesados caminos de “Terciopelo azul” o “Carretera perdida”. A la Mostra llegó con la coletilla de que dejaba a “Mulholland Drive” en una historia lineal, casi para niños. La película, como las anteriores, dividió a la crítica y al público entre sus apasionados incondicionales y aquellos que piensan que tanto surrealismo no es de recibo.


España tampoco tuvo cabida en la Sección Oficial, pero sí en la paralela “Jornadas de los autores”. “La noche de los girasoles”, de Jorge Sánchez-Cabezudo, fue acogida con fuertes aplausos. “AzulOscuroCasiNegro”, la opera prima de Daniel Sánchez Arévalo tuvo igual recibimiento, con el añadido de conseguir dos premios no oficiales: el de la Etiqueta del Cine Europeo (una especie de salvoconducto para distribuirse en otros países) y el de la Unión de Ateos y Agnósticos Racionalistas (¡!). Con la cantidad de películas prescindibles que se vieron en la Sección Oficial, esto nos hace pensar que la Mostra podía haber sido más generosa con nuestro cine. Pero para eso tendremos que esperar ya al próximo año.


Artículo para Tercer Mercado Vídeo, 2006)